Era la "Crónica de una muerte anunciada" porque ya se sabia que ese cambio no iba a ser positivo. Pero lo que no se esperaba era que resultase tan nefasto.
La comodidad de tenerlo todo cerca, la seguridad de acceder a un centro de renombre en el país (visto lo visto, solo el nombre, y no hubiese echo falta, pues obtuvo nota más que suficiente para entrar), las mejoras laborales, la familia, el miedo -relativo- a lo lejano y desconocido para salir del país... Todo sumó y acabó imponiendose la facilidad incongruente.
¿Resultado?
Al mejunje de ensalada resultante de una serie de situaciones que se fueron sucediendo, más una pizca de cargas laborales y un chorrito generoso de la sabiduria más sabia -de los que dicen que saben-: incapacitación total y absoluta para desenvolverse con el instrumento, cuando en los años anteriores había alcanzado un nivel más que aceptable, incluso para proporcionar un par de giras por si mismo, sin ayudas ni influencias de nadie ajeno.
¿Estado?
Resignación absoluta, pues solito se lo buscó.
¿Solución?
Lo que ya tenia que haber hecho hace años...
No es un mundo fácil este de la música y menos aún cuando, sin saber exactamente cómo ni por qué, se acaba siendo el ojito derecho de un influyente maestro y, de rebote, se accede a una especie de (peligroso) club de élite al cual ni siquiera preguntan si se quiere pertenecer.
Es así, sin más.
Cuando algunos de los principales y graves problemas comenzaron a florecer (preferiblemente, "capullecer"...), llegó a sus manos un libro que nos gusta llamar "Cómo ser músico y no morir en el intento".
Cuando algunos de los principales y graves problemas comenzaron a florecer (preferiblemente, "capullecer"...), llegó a sus manos un libro que nos gusta llamar "Cómo ser músico y no morir en el intento".
Al llegar al tercer capítulo se autocalificó de imbécil integral: Todo lo que allí se exponia ya lo habia visto y corroborado con sus propios ojos, sufrido en sus propias carnes (incluso también en lo que no són ni ojos ni carnes) y algunas cosas hasta las calificaba con exactamente las mismas palabras.
¡No necesitaba de un libro que le dijese todo lo que ya sabia!
...O si.
Queremos compartir con ustedes algunos fragmentos representativos de ese tercer capítulo.
[...] Es frecuente escuchar entre estudiantes de música comentarios al respecto, a modo de: "¿A qué profesor vas?", pero no como curiosidad o como lo preguntaria un alumno de pintura o escultura, sinó como indicador de la escuela o corriente que ello significa, algo así como "¿Tu de quién eres?" para conocer la procedencia de la formación instrumental de los compañeros. La respuesta suele venir en forma de apellido o nombre del profesor. No exagero si digo que en muchas ocasiones he tenido la sensación de estar ante personas que se sienten formando una especie de clan o hermandad por sentirse unidos, identificados por pertenecer a una o otra escuela (apellido del músico) . Hasta ahí perfecto (añadimos la palabra "relativamente" delante del perfecto). Los problemas vienen cuando del mismo modo que se comparten unos métodos comunes, se comparten igualmente y se manifiestan también las discrepancias con otras formas de proceder, con otras escuelas, llegándose a crear una hostilidad hacia los que no siguen sus prácticas y menospreciando los otros estilos o tendencias.
Tampoco podemos generalizar, no todas las escuelas o corrientes van a ser contraproducentes o perjudiciales por el mero hecho de existir, por ser modernas o por basarse en la figura del intérprete. Por cierto, hay intérpretes que hacen una labor pedagógica e instrumental maravillosa e innovadora y que no poseen esos deseos de destacar dando "nombre" a su cometido, por ello seria bueno dar algunas señales para reconocer aquellas menos recomendables. Estas escuelas (realmente, seria mejor denominarlas pseudo escuelas), tienen frecuentemente unas caracteristicas comunes, las más significativas serian:
Es grotesco que existan algunos alumnos que ocultan a los profesores "titulares" de estas escuelas el hecho de que acudan a clases con otros profesores porque saben que no estarían de acuerdo con esta decisión. ¡O porque se les ha prohibido!, bien de manera disimulada con descalificaciones indirectas sobre el otro profesor o de manera directa: "...no quiero que vayas a tal o cual profesor..." Hay alumnos que sufren esta fuerte presión y en muchas ocasiones solo les queda decidir entre la opción de acatar esta imposición y perder la oportunidad de instruirse con otros métodos, o estar ocultando tal situación. Pero además puede haber represalias más o menos manifiestas, y esto los alumnos con experiencia bien lo saben.
Más chocante resulta todo esto si como estamos viendo no existe unión entre el colectivo de músicos y, sin embargo, si existen estos grupos que se rechazan los unos a los otros por no compartir las mismas ténicas o modos de actuar. Como cambiaria em positivo el panorama de los profesionales y estudiantes de música si la energia que utilizan de manera horizontal a rivalizar entre ellos, la aprovecharan de manera vertical hacia adelante para prosperar y conseguir todos unidos mejoras en todos los ámbitos de la actividad musical. [...]
Y bien, a partir de aquí, juzguen Ud. mismos.
...O si.
Queremos compartir con ustedes algunos fragmentos representativos de ese tercer capítulo.
[...] Es frecuente escuchar entre estudiantes de música comentarios al respecto, a modo de: "¿A qué profesor vas?", pero no como curiosidad o como lo preguntaria un alumno de pintura o escultura, sinó como indicador de la escuela o corriente que ello significa, algo así como "¿Tu de quién eres?" para conocer la procedencia de la formación instrumental de los compañeros. La respuesta suele venir en forma de apellido o nombre del profesor. No exagero si digo que en muchas ocasiones he tenido la sensación de estar ante personas que se sienten formando una especie de clan o hermandad por sentirse unidos, identificados por pertenecer a una o otra escuela (apellido del músico) . Hasta ahí perfecto (añadimos la palabra "relativamente" delante del perfecto). Los problemas vienen cuando del mismo modo que se comparten unos métodos comunes, se comparten igualmente y se manifiestan también las discrepancias con otras formas de proceder, con otras escuelas, llegándose a crear una hostilidad hacia los que no siguen sus prácticas y menospreciando los otros estilos o tendencias.
Tampoco podemos generalizar, no todas las escuelas o corrientes van a ser contraproducentes o perjudiciales por el mero hecho de existir, por ser modernas o por basarse en la figura del intérprete. Por cierto, hay intérpretes que hacen una labor pedagógica e instrumental maravillosa e innovadora y que no poseen esos deseos de destacar dando "nombre" a su cometido, por ello seria bueno dar algunas señales para reconocer aquellas menos recomendables. Estas escuelas (realmente, seria mejor denominarlas pseudo escuelas), tienen frecuentemente unas caracteristicas comunes, las más significativas serian:
- Suelen basarse directamente en las experiencias que transmite el maestro y que suelen ser las propias, las obtenidas personalmente a lo largo de toda la trayectoria profesional, dificilmente existe una base de investigación científica que avalen las posturas que se indican.
- Acostumbran a criticar otros métodos que ofrecen colegas, desprestigiando las maneras de enseñanza, cerrándose a otras técnicas que se podrian aprovechar y complementar.
- Directa o indirectamente, se hace ver que ese método es el más eficaz y conveniente, suponiendo que al igual que ha sido válido para el profesor innovador lo será en su totalidad para todos y cada uno de sus alumnos.
- Se estimula y anima a los alumnos a que acudan a cursos y clases privadas para recibir en ocasiones lecciones complementarias, en el caso de que también se den en el conservatorio o academia.
- Ante circunstancias como oposiciones o pruebas se crea en los alumnos una opinión (a veces equivocada) de que se favorece a algunos músicos por pertenecer a una u otra escuela, desprestigiando a los evaluadores o al tribunal.
- Se fomentan relaciones de amistad que en muchos casos resultan desafortunadas, pues es frecuente que se confundan sentimientos de amistad y admiración con idolatria y admiración ciega, confundiendo al mismo tiempo el afecto y aprecio personal con el quehacer profesional y docente. No se debe confundir el respeto hacia la persona y su método con una actitud crítica y reflexiva sobre su labor.
- Los logros o éxitos de los alumnos de la "escuela" se perciben como algo propio, como un producto del profesor en cuestión y también lo comparten y lo experimentan los demás seguidores de una manera propia, creyéndose o haciendo ver que el éxito del alumno es exclusivo y se debe únicamente a todo lo aprendido en ese método o escuela.
Es grotesco que existan algunos alumnos que ocultan a los profesores "titulares" de estas escuelas el hecho de que acudan a clases con otros profesores porque saben que no estarían de acuerdo con esta decisión. ¡O porque se les ha prohibido!, bien de manera disimulada con descalificaciones indirectas sobre el otro profesor o de manera directa: "...no quiero que vayas a tal o cual profesor..." Hay alumnos que sufren esta fuerte presión y en muchas ocasiones solo les queda decidir entre la opción de acatar esta imposición y perder la oportunidad de instruirse con otros métodos, o estar ocultando tal situación. Pero además puede haber represalias más o menos manifiestas, y esto los alumnos con experiencia bien lo saben.
Más chocante resulta todo esto si como estamos viendo no existe unión entre el colectivo de músicos y, sin embargo, si existen estos grupos que se rechazan los unos a los otros por no compartir las mismas ténicas o modos de actuar. Como cambiaria em positivo el panorama de los profesionales y estudiantes de música si la energia que utilizan de manera horizontal a rivalizar entre ellos, la aprovecharan de manera vertical hacia adelante para prosperar y conseguir todos unidos mejoras en todos los ámbitos de la actividad musical. [...]
...Pero, ojo, que no interesa que se hable y se revolucione el gallinero de borregos que siguen el rebaño sin chistar, así que putearon todo lo que pudieron y más:
- Solo el silencio respondió a las demandas, tanto en secretaría como en dirección.
- Asignaturas que hasta el momento se aprobaban con excelente, de golpe y porrazo, suspendidas... (¿Será casualidad que el profesor de dichas asignaturas suspendidas fuera el Jefe de Estudios? Mmm...)
Y, así, un largo etcétera.
Lo bueno es que gracias a esto bastantes estudiantes se están dando cuenta de muchas cosas.
Lo bueno es que gracias a esto bastantes estudiantes se están dando cuenta de muchas cosas.
Lo malo que les da miedo hacer nada, por temer recibir los mismos bofetones.
Lo peor, que ya nunca más volvió a aprobar ninguna asignatura en este centro.
Lo genial, que a día de hoy importa ya bien poco, pues está lejos de aquí, aprendiendo de verdad.
Lo peor, que ya nunca más volvió a aprobar ninguna asignatura en este centro.
Lo genial, que a día de hoy importa ya bien poco, pues está lejos de aquí, aprendiendo de verdad.
Y bien, a partir de aquí, juzguen Ud. mismos.
Pero no hace falta que le juzgen a él, él ya la cagó suficiente escogiendo ese famoso conservatorio y lo sufrió como las almorranas, en silencio.
En absoluto silencio.
3 COMENTARIOS:
No hay derecho.
:(
Podría perfectamente ser mi historia. Cuanto daño hace esa gentuza.
Yo leí algo parecido en un libro que se Titula "Cómo ser feliz si eres músico o tienes uno cerca" de Guillermo Dali, Mundimúsica Ediciones.
No es un libro para profesionales, no es un manual y en mi opinión tiene demasiados aspectos de psicología conductista, que no me apasionan (puesto que no van a la raiz del problema, por ejemplo "por qué me da miedo tocar en público"). Sin embargo es un libro que se puede leer en poco tiempo y estoy seguro que muchos, como yo, os identificareis con lo que cuenta el autor.
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